- Disculpe, ¿me puede cuidar las maletas? Voy a la cafetería un momento.
- Sí, por supuesto. No se preocupe.
- Muchas gracias. Estoy mareado y necesito comer un poco. Si quiere le puedo traer algo de picar.
- Pues, se lo agradecería. Con estas edades no está una para muchos trotes y ya me estaba entrando el hambre... Suelo comer a esta hora cuando estoy en casa.
- Anda, ¡pero si está usted estupenda! No se preocupe que yo le traigo algo de comer... ¿quiere alguna bebida también?
- No suelo tomar bebidas de esas que beben los jóvenes... Con una botellita de agua me conformo.
- A mí me pasa lo mismo, en eso soy muy clásico. ¿Y qué me dice de comer? ¿Le apetece un bollo o prefiere algo salado?
- Un montadito de jamón estaría bien. Me encanta el jamón.
- Yo, en cambio, soy más de dulce. Adoro los bollos de chocolate. Se me hace la boca agua solo de pensarlo.
-Yo hace tiempo que dejé de tomarlos... Soy diabética pero cuando era jóven adoraba todo tipo de dulces.
- ¡Qué pena!
- Sí, pero me consuelo con bocadillos de jamón y un chorrito de aceite. Muy español.
-Ja, ja. Bueno, ahora vengo. Voy a por la comida.
- Vale, aquí le espero. No se preocupe que tiene la maleta a buen recaudo en su ausencia.
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